Eduardo Berti
(Buenos Aires, 1964), es un escritor que sabe a lo que juega, decidido y
valiente. Hace tiempo que sus novelas forman parte de ese lugar de la
literatura que queda cuando se cierra un libro. El territorio que Eduardo Berti
explora en su última novela, El País Imaginado, es el de la China
de principios del siglo XX, con sus costumbres, sus exóticas luces, sus fiestas
de hojas arbóreas que caen al suelo, con sus pájaros paseantes y sus milenarias
tradiciones. Pero también (y sobre todo), es la búsqueda de la propia
identidad, la lucha interior por desubicarse de lo que otros establecen para
nosotros. Y todo ello lo hace Eduardo Berti desde una realidad novelada, o, si
se quiere, desde una novela que mezcla una realidad lejana con los elementos que
hacen que todas las personas, más allá de razas o diferencias, se aferren a
seguir su propio camino.
Valiente, como
decíamos al principio, es Eduardo Berti. Y no únicamente porque traslade la
acción a una china opaca y remota, sino porque hace que una niña sea la
narradora. Con el trasfondo de una boda pactada entre familias, Ling, la joven
protagonista, lucha por trazar su propio destino, y lo hace desde una zona
intermedia de ella misma y de todo cuanto la rodea, intentando discernir los
sentimientos que le despierta Xiaomei.
El tono casi
infantil que la protagonista da al texto, hace que estemos ante una lectura
amena, aunque no exenta de reflexiones y sutiles vínculos con esa transición
extraña y vertiginosa que todos experimentamos al llegar a la juventud.
Estamos, pues,
ante una muestra más de que Eduardo Berti es un autor poderoso, con un lenguaje
sutil y envolvente, que sabe encontrarle el tono a cada historia, que sabe, por
descontado, que esto de escribir es un oficio donde la dignidad ha de ser un
elemento más del proceso creativo. Eduardo Berti es, sin duda, un grandísimo
escritor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario